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Este
es una propiedad del National Trust, famosa por su jardín de invierno.
Es
difícil expresar la impresión que me causo, una mezcla de admiración,
curiosidad, alegría y deseos de comunicar tanta belleza. Pero la experiencia de un jardín
es algo tan subjetivo y personal, que me parece imposible describirla en
detalle.
Suficiente
decir que este no solo un jardín magistral en su concepción y técnicas
empleadas, sino que también destaca por la sensibilidad de su diseño.
Para mí lo
más notable del jardín es que se huele antes de verlo; la primera sensación la
crea el aroma de sarcococcas, daphnes y mahonias, que impregnan delicadamente el
aire frio de la mañana.
Así
uno entra presintiendo, pero la impresión que causa la profusión de color es única, inolvidable e irreproducible. Por eso prefiero compartir mis pobres fotografías.
Les
dejo imágenes de Anglesey Abbey.